Si hay un jugador que representa el resurgimiento de este FC Barcelona de Hansi Flick, ese es Raphinha. El brasileño experimentó un cambio importante durante la eliminatoria de la Champions League del año pasado contra el Paris Saint-Germain, lo que marcó el inicio de su transformación. “Ahora me sale todo”, confesó en una entrevista con El País. Es el capitán, goleador y una de las figuras más destacadas. Con Xavi Raphinha jugó siete de 60 partidos y era común que lo sustituyera tras una hora de juego. Sin embargo, esta temporada todo ha cambiado y ahora forma parte del tridente ofensivo más temido del momento.
“Intentaba hacerlo todo en 60 minutos y no lograba nada. Otras veces, cuando las cosas me salían bien, igual me cambiaban”, comentó Raphinha. El brasileño, al igual que varios de sus compañeros que han hablado sobre las diferencias entre Flick y Xavi, relaciona esta situación con un cambio en la dinámica del vestuario. “Son personas distintas, cada una tiene su manera de trabajar y de tratar a los jugadores. También influye el hecho de que haya un cambio de mentalidad tras no conseguir títulos”, añadió.
Raphinha nunca ha olvidado su pasado. En varias ocasiones ha compartido su experiencia de crecer en una favela. “Es algo imposible de olvidar. Son momentos difíciles que te fortalecen y te ayudan a crecer como persona y profesional”, reflexionó. “Es fundamental recordar todo lo que hemos vivido. Esa memoria te hace mejor persona”, añadió. Seguramente por esto, lleva su ética de trabajo como un tatuaje.
Sin embargo, esto no lo exime de la presión del mundo del fútbol. “La presión… No jugué al fútbol antes de las redes sociales, así que no puedo comparar. Pero en la actualidad, la gente cree que, porque subes una foto a Instagram, tienen derecho a criticarte y tú debes quedarte callado… No es fácil lidiar con los ataques cuando algo no te sale bien. ¿Le dirías a un abogado que perdió un juicio que es un mal profesional en su Instagram?”, cuestionó el brasileño.
Al comparar, siente que la presión es mayor en Sudamérica. “Allí, la gente lanza petardos a tu casa, te sigue en el coche. También aquí es complicado, pero por otras razones. Jugar en un club tan grande como el Barcelona conlleva críticas normales. La exigencia aquí está en su punto más alto”, explicó. Reconoció que necesitó un periodo de adaptación y que los primeros seis meses fueron difíciles. Aunque no sabe exactamente por qué, cree que la presión le afectó “un poco”. “Si lo hubiera sabido, lo habría superado más rápido”, aseguró.