Es sabido que Carlo Ancelotti no suele apostar por los más jóvenes. Es como si el DT italiano no tuviera tiempo para “verlos crecer” en el Real Madrid. No es tan loco. En un club así no hay tiempo para “aprender mientras se trabaja”. Se han ido jóvenes valores de la cantera incluso, como Nico Paz, aunque puede regresar, o Miguel Gutiérrez. No obstante, estos tienen suerte de estar en otros clubes y jugar. No así los que quedaron: Endrick y Arda Güler. La afición los pide, pero Ancelotti hace caso omiso. No los hace jugar.
En el caso de Endrick, no juega desde el 2 de octubre, ya más de un mes. Cinco partidos con el contador a cero. De inicio en Lille para apagarse su luz a posteriori. Güler no es tan sangrante, pero casi. Un minuto, anecdótico cuando la remontada al Dortmund ya estaba orquestada y sellada, en cuatro noches. Su última titularidad, el 21 de septiembre. Con apariciones esporádicas con el viento a favor, inéditos cuando sopla en contra. Su carácter reactivo no les está abriendo las puertas.
Y menos las importantes. La realidad, de hecho, es que la crisis incipiente se las está cerrando. En el patinazo del Clásico, Carletto no agotó los cambios (tres). Sí lo hizo contra el Milan. Ni en un contexto ni en otro miró hacia el brasileño y el turco. Dos talentos invisibles.
Cuando la temporada amanecía el paisaje era diferente. Güler fue titular en tres de las seis primeras jornadas ligueras y sólo se perdió dos de los primeros 12 partidos. El rol, tras ser la supernova del epílogo del curso anterior (seis goles en 440′, uno cada 73′), era creciente. Endrick contaba sus estrenos por gol. En Liga (Valladolid) y Champions (Stuttgart). Récords de precocidad que siempre le han acompañado.
Pero las luces se han apagado. Importancia en receso. Frente a los rossoneri, Camavinga y Brahim fueron el primer plan B, Ceballos el C y el D, el arreón final, fue con un recién recuperado Rodrygo y Fran García. Mientras, el de Altindag y el de Taguatinga veían cómo desfilaba otra oportunidad. Una más. Ídem contra el Barça o el Dortmund (Arda entró en el 89′). Tres partidos donde se necesitaba reacción, verticalidad, gol. Ingredientes en la mochila de ambos. No aparecieron en el campo.
Güler ha disputado apenas 35 minutos en los últimos siete partidos. Por momentos caminó en la disyuntiva posicional. “Puede ser interior”, concedió Ancelotti, pero no le ve preparado aún para ese. Han sido apariciones coyunturales, porque estructuralmente, Güler sigue siendo un atacante más. Y ello mina su rol. “Tiene competencia y no es sencillo buscar espacio en el once de este Real Madrid”, justificó Carletto.
El de Reggiolo no sólo no le encuentra sitio de inicio (Mbappé, Vinicius, Rodrygo y Brahim, amén de un Bellingham a caballo entre la sala de máquinas y la vanguardia, están por delante) tampoco, últimamente, como revulsivo. Se ha vuelto transparente. El oasis es Turquía, donde suma en dos parones y cuatro partidos más minutos (352′) y participación goleadora (un gol y una asistencia) que en el Madrid (291′ y a cero). Allí, a pesar de sus 19 años, es una vértebra fundamental.
La radiografía de Endrick es aún más peliaguda. Sólo el contador de minutos de Vallejo es menor (10′). Son 107′ para el brasileño. Bien exprimidos, con los citados goles ante Valladolid y Stuttgart, pero en regresión. Tanto que le ha costado el puesto en la verdeamarelha. La pujanza de Igor Jesús y su falta de minutos recientes en el Madrid le han apartado de la lista. Eso sí, Dorival le quita hierro al asunto y lo considera algo puntual. Como Ancelotti cuando sale a la superficie el debate. Ambos defienden el talento del futbolista de 18 años y enarbolan la bandera de la paciencia.